miércoles, 30 de septiembre de 2009

La Cárcel...












Estaba ayer desayunando tranquilamente (es martes, y tampoco hay que acelerarse, lo fuerte vino ayer lunes). Oí un estruendo. Mi madre también lo oyó. ¿Has oído ese ruido?- me dijo. -Serán truenos, contesté. Cogí el paraguas. Al salir, veo varias motos y coches de policía local. No le doy mayor importancia.
Por la tarde me entero, porque me lo dijo una vecina: La "cúpula" (mejor dicho el techo del pabellón central) de la antigua cárcel, en pleno centro de Murcia, con fachada principal a la Avenida General Primo de Rivera se ha derrumbado.
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Recuerdo este edificio desde la primera vez que vine a mi Murcia, desde mi Blanca. Me llamó la atención, al estar cerca de casa. Mi padre me cuenta que, en los tiempos de la Transición, se oía a los presos gritar fuertemente: "¡Amnistía, Libertad!". Incluso recuerdo saludar en la puerta a un Guardia Civil, que creo que era de Blanca (parece ser que se turnaban los Guardias Civiles y los Policías -grises primero, al final de los setenta, luego marrones en los ochenta- en las guardias en la prisión). También, en una nebulosa de hace treinta años de diferencia, recuerdo un verano con un motín y los reclusos encima de los tejados, sentados, y las furgonetas de los referidos "grises" llegando.
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La Cárcel, la "Prisión Preventiva" (como reza, en grandes letras en relieve, sobre su puerta principal y bajo el blasón de Murcia), fue abandonada por sus "inquilinos" y los que los custodiaban, que se trasladaron a un lugar más alejado del centro urbano, Sangonera, a principios de los años ochenta del siglo pasado, una prisión más moderna y que podría albergar mayor población reclusa (ahora ya no es así).
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En una de las principales vías de la Ciudad quedó así, como reflejo del pasado, una enorme mole, con sus gruesos muros de piedra, sus garitas cilíndricas, donde antes se apostaban los guardias, sus patios y galerías, y sus gigantescos depósitos de agua (ahora herrumbrosos). Quedaron sus jardines, protegidos con una rejas de hierro (manifestación de las que se encuentraban en el interior), uno a cada lado de las puertas principales, que fueron pronto la parte visible de la desidia, y del abandono: las plantas, y los árboles crecían, las ratas campaban a sus anchas.
Se hablaba de que el edificio se destinaría a Correos (luego se creó al lado, en un edificio nuevo), luego que a Museo. Pasaban los años... Llegaron los gatos a los jardines. Los portones principales se hacían "migas".
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El inmueble, construido sobre terrenos, expropiados, que eran del viejo campo de fútbol de La Torre de la Marquesa, donde jugó tantos encuentros el Real Murcia, en la época de la dictadura del General Primo de Rivera, se parece bastante en su forma a otras prisiones que he visto (exteriormente ;) ) en otras ciudades (la Modelo de Barcelona, la Cárcel antigua de Granada, -sobre todo esta última-) y sigue ahí después de tanto tiempo: Dictadura, Monarquía constitucional, República, Frente Popular, Dictadura Franquista, Transición, Monarquía constitucional...
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Se iba a destinar a oficinas de Hacienda... y, llegó un día (por fin) y se podaban los árboles, y se limpiaban los jardines (alérgicos abstenerse de pasar junto a ellos), se ponían en sus rejas, planchas de hierro con propaganda electoral, se quitaban... Los "gorrillas" (aparca-coches) ejercían su función. Se iba a destinar a Museo de Arte Moderno (hace exactamente unos cuatros días), eran las últimas noticias. Que si era de la Agencia Tributaria, que si el Ayuntamiento aún no es propietario de este bien... Y el derrumbe de ayer por la mañana.
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Ahora hay quien dice que se debe demoler, por motivos políticos: Por los sufrimientos de la gente que estuvo allí por sus ideas (yo le diría que en muchas de las épocas que he citado hubo esos presos, excepto en la Democracia actual, donde no existen presos políticos); otros entienden su demolición por motivos arquitectónicos: Afirman que no tiene valor artístico de ningún tipo. Por contra, están los que (indolentes antaño ante toda esta desidia, toda esta indiferencia), aprovechan para cargar contra el Consistorio (o contra la AEAT), y dicen ahora que es de gran importancia y se está dejando morir, como se hizo con los baños árabes...
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Sea como fuere, asociado está el edificio a mi visión de Murcia, y a la de muchos, para bien o para mal. Particularmente espero que este espacio no se convierta en un edificio de diez plantas, y si se conserva se haga bien, y si no que se haga algo redundante en beneficio de toda la Ciudad: Museo, Jardín, Administración...

2 comentarios:

Antonio Rentero dijo...

Pues el edificio tampoco es como para que lo estudien en Historia del Arte, pero vamos, para dejar que se caiga a cachos pues tampoco.

Una pena lo del hundimiento de la cúpula, a ver si así alguien se pone las pilas y hacen algo.

De todas formas, querido Tigre... ¿no te recuerda siempre a nuestras clases de Derecho Penal, con el gran Landrove, cuando nos explicaba el "panóptico" de Jeremy Bentham?

;-)

Tigretón dijo...

Totalmente de acuerdo, y que si se desploma al menos no provoque una desgracia. Lo que me resulta "chocante" es que para algunos (que en su día tuvieron ciertas responsabilidades en la Ciudad, y no hicieron nada para adquirir el edificio y sanearlo) la cúpula parece que sea ahora algo de un valor impresionante.

Y en cuanto a lo de Don Gerardo, pues la verdad es que sí me lo recuerda, sí. Las clases con el catedrático gallego (grandes clases, a pesar de que a algunos no les cayera muy simpático) dejan cierto "poso". Inolvidables. Nos han marcado a muchos.

A más de uno que he visto por la calle lo he considerado "lombrosiano", mi visión de la pena de muerte no era la misma, a acordarme del Marqués de Beccaria ("Chésare" -Cesare- de Becaria y su "Dei deliti e delle pene"), de que los libros de Concepción Arenal eran un suplicio, del principio de legalidad penal (nullum crimen, nullum poena sine lege)