sábado, 3 de noviembre de 2007

25 años de aquel "Testigo de Esperanza"




























Era el 31 de Octubre de 1.982.


España era una joven democracia, hacía casi 5 años había votado una Constitución, cerrando heridas con la reconciliación de la Transición política, había salido de un intento militar de golpe de Estado en Febrero del año anterior, y que dada la crisis del Centro-Derecha desde la dimisión del Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez (recuerdo su alocución televisiva de aquellos momentos, vagamente, en un Grundig de colorines), era un país donde se veía venir lo que se llamó "el cambio" que llegó con la victoria socialista del 28 de Octubre de ese año 1982.


Había sido un año marcado por aquel Mundial de fútbol celebrado en tierras hispanas...


El presidente del Gobierno en funciones aquel 31 de Octubre era Leopoldo Calvo-Sotelo (aún me acuerdo de aquel chiste que contaba por aquel entonces el genial Tip en cierta sala de fiestas madrileña: "¿En qué se parece el Presidente de Portugal al Presidente de España?, "Pues en que el Presidente de Portugal se llama Pinto Balsemao, y el de España tiene cara de embalsamao", -que me perdone Don Leopoldo-


Era el 31 de Octubre de 1982..., cuando por primera vez un Papa, Juan Pablo II, visitaba de manera oficial España. Era el primer Papa no italiano desde 1522, el primero de nacionalidad polaca, país situado tras el "telón de acero" y sometido a una fuerte dictadura militar comunista. Era como un paralelismo con aquella película, "Las sandalias del pescador".

Quién iba a decir entonces este Pontífice influiría en hacer caer todo el llamado"bloque del Este", que sería parte importante en "derribar el Muro" siete años después, cayendo todas las autodenominadas "Repúblicas Democráticas" (dime de lo que presumes...)

Eran tiempos de miedo al "invierno nuclear", al botón de los misiles, de la postguerra de las Malvinas (recién terminada), de Reagan (herido de bala en un atentado meses antes), de la dama de hierro Thatcher, de la URSS dirigida con mano férrea por Leónidas Breznev (aquel "cejas" que tanto acojonaba a media Europa, y que fallecería a principios de aquel Noviembre), de guerra en Afganistán, etc.

En aquellos años tumultuosos (cuáles no los han sido), aquella figura universal, de nombre Karol Josef Wojtyla, visitaba España.


Era un Papa muy distinto al que muchos han conocido, relativamente joven, erguido, de andares valientes, que se inclinaba para arrodillarse y besar el suelo del país que pisaba por primera vez, era su voz potente y profunda, físicamente se encontraba bien, y eso que un año antes (un 13 de Mayo, día de la Virgen de Fátima) había sido herido gravemente en un atentado en la misma Plaza de San Pedro, del que se salvó milagrosamente (nunca mejor dicho. El " tercer secreto" de Fátima se puso de manifiesto años después en relación con el atentado).
Precisamente el atentado hizo cancelar toda la agenda papal de viajes y retrasar el viaje a España, que inicialmente estaba preparado para que el Papa estuviera presente en la apertura del IV centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús, como no pudo ser se reprogramó la visita para la clausura de dicho centenario, a principios de Octubre, y finalmente para no coincidir con la campaña de las elecciones generales, tuvo lugar un último retraso y programación del viaje, fijándose definitivamente (con el lema "Testigo de Esperanza) del 31 de octubre al 9 de noviembre y posponiéndose la clausura del Año Teresiano al día 1 de noviembre.



El Santo Padre visitó 18 ciudades (Madrid, Ávila, Alba de Tormes, Salamanca, Guadalupe, Toledo, Segovia, Sevilla, Granada, Loyola, Javier, Zaragoza, Montserrat, Barcelona, Valencia, Moncada, Alcira (donde tuvo el gesto de romper su agenda y el protocolo y encontrarse con los damnificados por las recientes inundaciones y ruptura de la presa de Tous) y Santiago de Compostela.



El 5 de Noviembre de 1982, a la Ciudad de Granada acudió, en compañía de sus padres y hermana, el que esto escribe.

Allí comimos en casa de unos amigos (una familia numerosa, uno de los hijos había estado días antes en el impresionante encuentro con los jóvenes en el Bernabéu, y nos lo enseñaba en su vídeo "Beta"), poco después de comer, salimos hacia el lugar donde iba a celebrar el Papa la misa. Otros amigos de mis padres que nos habían acompañado en el viaje decidieron quedarse a verlo pasar "desde la ventana del Hotel"(sic).



Nos dirijimos al Polígono del Almanjáyar, que así se llamaba el lugar, era una zona en la periferia de Granada (hoy creo que deprimida), entonces en vías de desarrollo. Llevábamos un identificativo de la Diócesis a la que pertenecíamos, pero fuímos "a nuestra bola" y nos pusimos bastante alejados de donde estaban nuestros paisanos y bastante alejados del altar. El Papa había estado por la mañana en Sevilla y se dirigió al aeropuerto para llegar a la Ciudad de los Cármenes esa tarde, aunque algo se hizo esperar (los sevillanos y su alegría natural lo retuvieron con razón algo más de la cuenta)



Nada más hablar, oír esa voz fuerte y potente, como dije la gente empezó a gritar, a corear su nombre. Nos hicimos amigos de nuestros compañeros de al lado, y estuvimos aquellas horas oyendo y viendo de lejos a Juan Pablo II. Mi edad me impide recordar qué dijo aquella tarde el Papa, su mensaje.



Salimos por un sitio, un poco antes que la multitud para evitar la aglomeración, y nos colocamos en una calle. ¡Cuál fue nuestra sorpresa al ver salir al "Papamóvil" a escasa velocidad y al Santo Padre en él! Lo recuerdo perfectamente aún, la luz azulada del interior del coche, el Papa con su traje blanco y su capa roja ribeteada en dorado. Justo delante de nosotros (no había prácticamente nadie al lado) nos miró y nos bendijo... No lo olvidaré nunca aquel encuentro casual o buscado. Nunca le volvería a ver tan cerca. Sé que es una tontería, que hay gente que ha tenido audiencias, pero yo aquéllos instantes los recuerdo como si de una audiencia conmigo, con aquél niño, y con su familia, se tratase.



El Papa dejó aquellos días un imborrable recuerdo en España y en mí.



Con el tiempo, su actuar en la "silla de San Pedro" ha llegado a que hoy se le quiera hacer (y creo que con motivo) "Santo Súbito".


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