lunes, 1 de septiembre de 2008

Y Volver, volver...

En una ocasión, hace ya años, oí en la radio que en España el fin de año debía celebrarse el 31 de Agosto, en lugar del 31 de Diciembre, y el principio de año por tanto el 1 de Septiembre. Todo empieza de nuevo, año judicial, año académico, y año laboral fundamentalmente y en definitiva, y para muchos como yo se han acabado las vacaciones, mis tres semanas de vacaciones.
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Me gustaron siempre las rancheras, sí, lo reconozco, me gustan las cantadas por esa María Dolores Pradera (¿recuerdas tocayo Rentero , cuando un domingo en el "Perela", yo de despedida, antes de mi marcha a León, donde tuve mi trabajo y residencia temporal durante casi dos años, vimos a esa auténtica señora, y tú le pediste hacerte una foto con tu inseparable cámara digital, y ella se negó en un principio, por no ir bien maquillada, y luego accedió?), esa Rocío Dúrcal (me pone los pelos como escarpias) o ese Vicente Fernández (padre).
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La banda sonora del día de hoy en mi cabeza está entre el "Volver, volver" (a tus brazos otra vez) y "Amor de Verano" (también conocida como "El final del verano", del Dúo Dinámico).


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Tres semanas, tres semanas que han pasado como un suspiro, como si hubiesen sido tres días, entre Olimpiadas por televisión, paseos por la arena de 4 km ida y 4 de vuelta, con intermedio con quinto de cerveza fresquica y pulpo junto al mar en La Manga (gentileza del colega Isidoro) y barbacoa playeras ("¿para preparar un mojito que hace falta...?, ah! sí, y unas hierbas, ahí en el jardín creo que hay una" -sin comentarios, je, je- Al final, todo hay que decirlo los mojitos salieron muy bien y la barbacoa fenomenal, eso sí como siempre sobró, menos mal que siempre hay un can, o sea el mejor amigo del hombre, que se aprovecha del tema), luego viaje a Asturias (patria querida, que merece comentario aparte) y vuelta con algún kilillo de más, merced a las "fabes", el pescado, el marisco y demás viandas que da aquella tierra, y vuelta a esa belleza natural estropeada por el caos urbanístico, que es La Manga del Mar Menor.


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Hoy toca volver al trabajo, pero está "flojo", ¿crisis? ¿what crisis", "quod scripsi, scripsi" (lo escrito, escrito está, para los de ciencias)

7 comentarios:

Ramón Monedero dijo...

Vaya una foto que has colocado, macho! Bueno, veo que te lo has pasado de fábula en la playa, la manga "na menos", donde se aglutina una de las mayores aglomeraciones de hombres y... mujeres en la Región. Poco más que añadir salvo convocar de forma urgente una reunión de reibetes satanásicos para de este modo hacer una puesta en común, tomar unas cañas, un par de copas y lo quqe se ponga por delante...

Tigretón dijo...

Sí, je, je, menuda foto, la escogí oportunamente.
La Manga es mi lugar de veraneo desde hace treinta años (lo menos, a saber si en una vida anterior...), y a pesar de todo (ir a todos lados en coche, falta de atenciones de los Ayuntamientos, carencias notables), me gusta por muchos motivos. Y del viaje a Asturias también tengo que contar porque me encantó.
Me apunto a esa reunión a la que convocas. A ser posible que no sea este fin de semana porque precisamente estaré en la playa.

Ramón Monedero dijo...

Yo de La Manga tengo recuerdos extraordinarios, buenos, regulares, malos y absolutamente odiosos. No hace falta que te diga que todos los buenos momentos están relacionados con una mujer. De todas formas, tengo que admitir que hay cosas buenas, como en todos sitios si sabemos buscarlas. Me gusta mucho un bar alemán que hay esconndidillo en La sirenas, creo que se llama la urbanización. Me gustaba salir a correr y otro bareto que había en un paseo marítimo, sólo, o casi sólo, en cuya terraza te sentabas mirnado a la playa y era una gozada. Pero en suma, lo mejor de La manga, es creo yo, lo de todas las playas, la noche. La temrperatura es magnífica y apetece salir a la calle y tomarse algo en los doscientos millones de bares, pubs y restaruantes que tiene la zona. En eso si que mola La managa. Y bueno, las mujeres que pululan por los aledaños... Pero ya no, yo soy un hombre intégro y felizmente casado. O casi...

Ramón Monedero dijo...

Correción, en el cometario anterior digo que todos los buenos momentos están relacionados con una mujer, Miento, quise decir TODOS los momentos, los buenísimo y los malísimos. He dicho.

Athena dijo...

Pues vaya mujer debía de ser, je, je, jeeeeeeeee...

Antonio Rentero dijo...

¿Como olvidar ese momento maravilloso en el que estuve codo con codo con la gran Maria Dolores Pradera?

Fue muy entrañable ese gesto de coqueteria de decirme que me esperase un poco para salir bien guapa en la foto, y nunca olvidare su sonrisa cuando al despedirnos le cogi las manos y le pedi que no se muriese nunca. Espero fervientemente que lo cumpla.

Tigretón dijo...

Lo de los paseos marítimos en la Manga son como el Guadiana, aparecen y desaparecen. Y en La Manga hay cantidad de baretos muy buenos. De alemanes hay una cafetería-confitería en Los Castillos del Mar buenísima, y menuda cervecica dan allí.

Las Sirenas? Sí perfectamente posible. También están Las Nuevas Sirenas.

La Manga tiene como encanto fundamental, aparte de lo dicho por tí Ramón, el tener la playa tan cerca, 22 km (si no me equivoco) de arena al Mar Mediterráneo y otro tanto, o casi tanto, al Menor, con la dificultad que eso plantea para que haya aglomeración de gente en verano como en otras playas (aunque en algunas zonas se da, porque hay verdaderas "colmenas"). Y encima dos playas distintas, dos ambientes, y normalmente si un mar está mal te puedes cruzar al otro.

Por La Manga puedes pasear como un hombre casi-casado, Ramón, nada te lo impide, te vas a la Cala del Pino o a cualquier playa del Mediterráneo y allí estás, aunque claro si hay sentimientos pretéritos de por medio..., menuda mujer sería, como dice Athena.

Antonio, el día aquél lo recuerdo como si fuera ayer, la viste y te pasaste a hacer la foto (yo iba con un resacón y demás, que me había duchado sentado, merced al garrafonazo del Zig-Zag de la noche de despedida por mi marcha a León), y tengo que reconocer que siempre me pareció una señora, y aquel día contigo lo confirmó plenamente