domingo, 23 de septiembre de 2007

Resumen veraniego IX: De: "¿a cualo nena?" a "¡escualo nena!"






Como dije en un post anterior, el verano reservaba otra sorpresita a los mangueros o mangueños, o manguenses, autóctonos o provenientes de allende las fronteras de "esta nuestra Comunidad" (como diría el señor Puerta)

No eran suficientes las medusas que pueblan los dos mares (en el Menor, bastante bien solucionado con las redes y la caza de los simpáticos y urticantes animalicos). Una mañana oyendo la radio creí que estaban de cachondeo: se había detectado la presencia de un tiburón en las cercanías de La Manga. Había oído siendo niño al conserje entonces de mi edificio, Pepe, hablar de los marrajos, que él, y así me fijé, tenía en casa, como decoración, una dentadura de marrajo como trofeo, que le dió no me acuerdo quien (la verdad es que no era la de un blanco que ves en los documentales, pero impresionaba). Recordé lo de la Cofradía de los Marrajos de Cartagena e investigué sobre el bicho en cuestión. Me enteré que es uno de los tiburones más rápidos (puede alcanzar los 90 km hora, incluso dicen que 100, pero bueno ninguno se llama Hamilton y putea al que es de su misma especie). Los tíos pegan saltos de la leche, en plan atún y se cuenta incluso que saltan encima de las embarcaciones.


Ese día en La Manga todo el mundo hablaba del tema tiburón, paseando, en las tiendas, en la panadería, en las tiendas de los periódicos (los diarios regionales relataban la noticia en primera página). Un helicóptero sobrevoló varias veces por la playa.

Llegó la hora del baño... bueno es un decir, y doy fe: banderas rojas por doquier y no había nadie bañandose, nadie, algún niñato gilip... gritando "Tiburón, tiburooón", muchos paseando, tomando el tímido sol y jugando a las palas, y poco más.


Por la tarde dijeron que el bicho era una tintorera, otra especie de tiburón más grande y más peligrosa (uno de los más voraces), frecuente también en el Mediterráneo, conocida también como tiburón azul, y del que hay hasta alguna película, mejicana para más señas, que servidor ha visto en su "más tierna infantitud", que diría un amigo.


El caso es que el animal fue seguido hasta alta mar y desapareció, no hizo falta llamar a ningún Richard Dreyfuss (aunque había biólogos marinos en el ajo) ni al sufrido personaje del poli Roy Scheider

Adiós colega... que diría el de la Gua Gua de la Manga


Aquí dejo algunas fotos del día aquel...










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