No se puede decir que este año el tiempo se haya portado bien con los veraneantes en la Región de Murcia. En el litoral murciano y concretamente en La Manga del Mar Menor (últimamente se estila poco eso de decir de donde, y se simplifica diciendo "La Manga", hasta en los carteles de tráfico) la meteorología ha sido este verano un verdadero caos. Tras un Julio regular, vino un Agosto que auguraba buen tiempo a tenor de los primeros días, pero de repente, zas! viento de Levante (y no estabamos en Perejil, ni animando a la Unión Deportiva) prácticamente todos los días. Los mangueños o mangueros (ni siquiera hay topónimo para los habitantes de este bello lugar, destrozado por tantos caprichos urbanísticos) nos conformamos con bañarnos en el Mar Menor (el eslogan de "Si le gusta el mar, nosotros tenemos dos", que se llevaba en los 60 y 70, cobró fuerza de nuevo), pero la situación se hizo insoportable la última semana de Agosto. Vientos de más de 80 km por hora, lluvias (algunas con barro), bajada de temperaturas...
Los veraneantes desesperados, porque en un lugar hecho para el aire libre todo el día en casa...
Las algas empezaron a dejar una auténtica marea marrón en la orilla, que llegaría después a la arena de las playas, con el consiguiente olor a putrefacción de las mismas de los días posteriores. Supongo que a día de hoy estarán limpias, no sé si por acción natural o por obra de alguien (Ayuntamiento o quien sea). Un desastre.
Y lo inesperado vino después... una sorpresa que venía del mar.
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