Antonio Puerta, joven lateral del Sevilla falleció el pasado 28 de Agosto. Cuando nos deja alguien joven es una tragedia, algo antinatural, algunos lo hemos vivido en nuestra propia familia.
En este caso se trataba además de un deportista (lo que hace la muerte más extraña aún), y de una gran persona.
Su muerte ha dado lugar a discusión (no polémica porque parece que estos casos suceden y indetectables, solo se manifiestan cuando suceden), y ha hecho posible ver unidos a béticos y sevillistas (verderones y palanganas), a deportistas de toda clase, dedicarle goles, ver en partidos saltar al campo con camisetas con su nombre (incluso en la final de la propia Supercopa de Europa entre Sevilla y Milán -señorial pidiendo incluso si querían aplazar el partido, y yendo representantes al funeral-; final donde, por cierto, qué gesto de Kaká y sobre todo de Seedorf, muy grandes como jugadores, pero les hace más grandes lo que hicieron en el gol marcado al rival el primero, y al ser cambiado el segundo)
Como decía una pancarta: ¡Qué gran fichaje ha hecho el Cielo!
Descanse en paz Antonio Puerta.
Ahora la vida tiene que seguir
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